miércoles, 28 de octubre de 2009

La fiesta de agradecimiento a Dios













El Sábado 17.10.2009 la iglesia de Pontevedra festejó la fiesta de agradecimiento a Dios por los frutos y hortalizas de la tierra y a la vez el cumpleaños de nuestra anciana Manoli Muñoz y nuestro pastor Elvis Tuteanu.

El culto fue sobre las tres fiestas nacionales judías : la Pascua, el Pentecostés, y las Cabañas.

Despúes del culto toda la iglesia de Pontevedra se quedó para comer en la iglesia dando así las gracias a Dios.







martes, 20 de octubre de 2009

La Verdadera Riqueza


Visitas la tierra, y la riegas; en gran manera la enriqueces; con el río de Dios, lleno de aguas, preparas el grano de ellos, cuando así la dispones. Sal 65:9.


La sensibilidad del poeta encuentra belleza donde las personas comunes ven simplemente hechos. En el versículo de hoy el salmista ve a Dios como un jardinero amoroso y preocupado con su jardín. “Visitas la tierra y la riegas...”, dice el poeta.Si tú recuerdas que la mayor parte de las tierras bíblicas eran desiertas, entenderás todavía más el cuidado maravilloso del Creador con su creación.


Dios no hizo los desiertos. Creó vida, vegetación, animales, un mundo dinámico que explotaba en una fiesta de colores y música. Fue la entrada del pecado lo que trajo la muerte, los desiertos y las sequías.En el versículo de hoy, David retrata a Dios enriqueciendo la tierra copiosamente. Así es con Dios. A él le gusta la abundancia, “preparas el grano para ellos”, para que el pueblo tenga el alimento en el momento que lo necesita.


Para cumplir sus propósitos, Dios usa la lluvia. El poeta habla del río de Dios, lleno de aguas. Los ríos de las tierras bíblicas no son enormes, corno el Amazonas o el Nilo. El río Jordán es como un arroyo. Pero es un arroyo constante. No cesa de irrigar la tierra y traer vida.Una vida sin Cristo es como un desierto. El otro día conversé con una persona que me dijo: “Mi vida es un desierto. No tengo trabajo, ni amigos, ni familia y ahora ni salud”.


Este hombre me hablaba del dolor que sentía al ver a los amigos de la juventud prósperos y felices. “En qué me equivoqué? ¿Qué hice mal?”, preguntaba ansiosamente.Cuando le hablé de Jesús, mostró indiferencia. Nunca le prestó atención a las cosas espirituales. Para él “ser honesto y respetar a las personas” era la mejor religión, y eso era suficiente, decía.


Pero la realidad estaba diciendo lo contrario. Su vida no estaba enriquecida, como dice el salmo. Se sentía árido, seco, improductivo. Antes de iniciar tus actividades de hoy, di con David: “Visitas la tierra y la riegas; en gran manera la enriqueces; con el río de Dios lleno de aguas, preparas el grano para ellos, cuando así lo dispones”.


Pr. Alejandro Bullón

martes, 6 de octubre de 2009

ORACIÓN DEL VIAJANTE


Señor, soy el viajante.


El viajante, Señor, es una clase de persona que no cae nunca bien en ninguna parte. Llega siempre en mal momento. Es pesado. Solo da gusto cuando se le ve marchar.


Soy el viajante, Señor.


Ya sé que a Tí, al menos no te molesto. Por eso busco tu refugio cerca de Tí cuando llega la noche. En esta hora ¿sabes? se echa de menos el rinconcito de casa. El rinconcito templado del hogar, que cada noche acoge al último de los jornaleros y del que yo puedo disfrutarla tan pocas noches durante el año...


Es una mala profesión la mía, Señor Jesús, bien lo sabes Tú, porque bien mirado, Tú la ejerciste durante tres años. Tres años largos estuviste recorriendo, sin parar, los malos caminos de Palestina. Viajabas un artículo más difícil de colocar que el mío: Viajabas AMOR.


No. No tuviste múcho éxito. No pudiste convencer fácilmente a los hombres de que tu artículo era cosa buena, práctica y necesaria. Y entonces les hiciste una demostración: Les diste la vida por amor.


Ahora los convencidos, los tuyos, te ayudan en la tarea díficil: extender el amor por el mundo.


Señor Jesús ¿quién mejor que yo podría ayudarte? En mi cartera, junto al muestrario completo de mis artículos no me costaría nada llevar el tuyo: AMOR.


¡Si yo me convirtiera en viajante tuyo, Señor! ¿Verdad que es una buena idea? Tal vez no llegaría tan cansado, tan amargado, al término de cada jornada.


Pero sobre todo, al final de la Gran Jornada, el ocaso de mi vida, estaria seguro de encontrarte esperándome, con los brazos abiertos, en el umbral de tu hogar, el cielo. Tengo tanta sed de estar en casa, Dios mío.


Hazme viajante tuyo. Amén.


Gustavu García